Estudio Biblico
¿Han escuchado de la oración de jabes, un hombre que muy poco se sabe, pero que se habla mucho en los pulpitos? Pues bueno, se encuentra en esos pasajes que son un poco aburridos porque relatan toda la genealogía desde Adán en adelante, pero en estos pasajes hay dos versículos que llaman la atención de un hombre que hizo una oración que fue determinante para el resto de su vida y que nos deja un legado de cuál es la voluntad de Dios para nosotros que somos su pueblo y aun más sus hijos.
Jabes: en hebreo significa. Dolor. Uno que causa o causará tristeza. Solo Dios sabe con certeza qué provocó el dolor de esta madre angustiada. Tal vez el embarazo o el parto hayan sido traumáticos, quizás ese hijo haya sido producto de una violación, o haya sido un hijo no deseado, o haya tenido un hogar disfuncional, o hayan padecido de una grave crisis económica.
Pero lo que sí es seguro es que jabes creció con el trauma de un nombre no muy admirado por los demás. Imagínese que usted hubiera tenido que soportar a través de toda su infancia el ser fastidiado por los bravucones, recordándole a diario de su mal recibido nacimiento con preguntas burlonas como: "Así, pues, jovencito, ¿en qué estaba pensando tu mamá, cuando te puso ese nombre? En los tiempos bíblicos el individuo y su nombre estaban muy relacionados. Con frecuencia el nombre se consideraba como un deseo o hasta una palabra profética con respecto al futuro del niño.
Jabes, era uno que no tenía futuro, pero Dios cambió el futuro de un hombre que causaba dolor y tristeza por un futuro ilustre. ¿Qué hizo el cambio? Jabes halló un camino de salida. Una sencilla pero poderosa oración: punto de conexión directa con Dios. Jabes conectó el cielo con la tierra con una oración.
4:10 E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió.