ANGIE VELÁSQUEZ THORNTON
La primera vez que escuché la frase «Las mujeres no necesitan más teología» fue de labios de una respetada anciana de la iglesia. Inmediatamente continuó con esta declaración añadiendo: «Solo necesitan saber cómo ser mejores esposas y madres». En otra ocasión, otra mujer respetada hizo un comentario similar: «Las mujeres solo necesitan saber cómo aplicar lo que ya saben». En ambas ocasiones, mi primera reacción fue ofenderme. Después de todo, soy una mujer que está sirviendo en el ministerio a tiempo completo en la enseñanza y capacitación de mujeres en la exposición bíblica.
Sin embargo, un tiempo después tomé un curso con el pastor y profesor Bryan Chapell que me ayudó a ver cuál podría haber sido la intención detrás de las declaraciones de estas mujeres. En una de sus exposiciones, el Dr. Chapell preguntó: «De los tres elementos esenciales de la enseñanza de La Palabra, cuál es el más importante: ¿la explicación, la ilustración o la aplicación?». Para la mayoría de nosotros, estudiantes aplicados de la Biblia, la respuesta que nos vino a la mente de inmediato fue «la explicación». La respuesta era obvia, ¿verdad? Queremos que nuestros oyentes entiendan lo que enseña la Biblia. Sin embargo, el Dr. Chapell argumentó que el elemento más importante en el proceso de enseñar las Escrituras es la aplicación y no la explicación. ¿Es sorprendente? ¡Lo fue para mí!
Más que un puñado de información
Para ilustrar su punto, él contó la siguiente historia de sus propios días en el seminario:
Uno de mis profesores de predicación fue coronel durante la guerra de Corea. Él era un hombre que fácilmente te intimidaba. Él decía: «Caballeros, no me importa cuán impresionados estén las personas de su enseñanza. No me importa cuán grande sea us iglesia. No me importa cuántas personas acaban de escucharles. Al final de cada enseñanza, quiero que recuerden que deberán pasar frente a mí cuando salgan por el pasillo. Imaginen que estoy en la parte de atrás, con los brazos cruzados y el ceño fruncido y mi pregunta para cada uno de ustedes será «¡¿Y qué?! Entonces, Israel estuvo en el desierto durante cuarenta años. ¿Y qué? Jesús se levantó de entre los muertos. ¿Y eso qué? ¿Qué tiene eso que ver conmigo?».
Chapell continúa contando que lo recuerda porque era lo que su corazón deseaba. No quería un sermón que fuera un puñado de información. Quería saber cómo se aplicaba la Palabra a su vida. Si solo quisiera información podría haber leído algún comentario él mismo. La razón por la que una persona busca intencionalmente escuchar la Palabra es porque quiere saber qué significa ese texto para su vida. Explicar eso vendría a ser finalmente una tarea para el maestro.
Ministros de transformación
La explicación es, por tanto, la base sobre la que se construye la aplicación. Debido a que no somos principalmente ministros de información sino de transformación, nuestro objetivo no es simplemente dar información a nuestros oyentes sino guiarlos a un cambio profundo de corazón.
Citando a Juan Calvino, el Dr. Chapell añadió: «Si dejamos a la elección de los hombres seguir lo que se les enseña, nunca moverán un pie. Por lo tanto, la doctrina misma no se podría aprovechar en lo absoluto».
El mismo Pablo da fe de esto cuando afirma que «el conocimiento envanece, pero el amor edifica» (1 Co 8:1). Esta verdad puede explicar por qué muchos de nosotros pasamos por una etapa de «cautiverio» cuando abrazamos por primera vez la teología reformada. R.C. Sproul explica que los calvinistas de la etapa del «cautiverio» son identificados «por su insistencia en convertir cada discusión en un argumento… haciendo que su misión personal sea asegurarse de que todos sus conocidos escuchen, a menudo en voz alta, las verdades de la elección divina». Él agrega que «llegan a ser tan agresivos e impacientes que deberían ser encerrados en una jaula por un tiempo para que se enfríen y maduren un poco en la fe».
El enfoque correcto en la aplicación
Dicho esto podemos afirmar que si la aplicación es tan esencial para comunicar nuestra enseñanza, entonces, también lo debe de ser una visión centrada en la gracia. Esto nos ayudará para que la aplicación no se reduzca a una simple lista de tareas que nuestros oyentes deben cumplir. Eso podría conducir a un moralismo completamente carente del Espíritu. Como maestros de la Biblia, realmente necesitamos identificar el «qué» requerido por el texto de nuestra parte: algo que hacer, creer, aceptar o cambiar. También debemos responder a la pregunta «quién», identificando a quién se aplica este texto. Deberíamos ser lo más específicos posible según la situación, pensando en la variedad de personas que podrían estar escuchándonos, para hablar a sus vidas de manera concreta y acertada.
Pero el trabajo de los maestros de la Biblia no termina ahí. También es necesario inculcar en los oyentes esa verdad fundamental de que es la gracia la que motiva y permite la aplicación poderosa de la verdad bíblica en obediencia y esperanza. Eso responde a las preguntas «por qué» y «cómo» de la obediencia.
Predicación orientada a la gracia
Proporcionar la motivación adecuada para la obediencia significa inspirar amor a Dios (en lugar de temor y/o autoprotección) y gratitud a Dios (en lugar de ganancia y/o autopromoción). Tomando en cuenta que mientras enseñamos la Palabra también exhortamos a nuestras oyentes a vivir de conformidad con la Palabra de Dios, debemos tener en cuenta qué está y qué no está en peligro si desobedecen. ¿Cuáles son las razones apropiadas para llamar a las personas al arrepentimiento y al cambio?
El Dr. Chapell distingue entre aquellas cosas que pueden cambiar y aquellas cosas que no pueden cambiar con base en la obediencia del creyente. La obediencia puede afectar nuestra comunión con el Padre, pero no nuestra filiación; puede afectar nuestra bendición, pero no su preocupación por nuestro bienestar; puede afectar nuestra seguridad de Su amor, pero no ese amor mismo; puede afectar su deleite en nuestras acciones, pero no Su deseo por nuestro bien; puede afectar la medida en que nos disciplina, pero no nuestro destino final.
Así, el amor de Dios proporciona tanto el motivo como el poder para que respondamos en obediencia. La mayor diferencia entre el moralismo y la enseñanza orientada a la gracia y centrada en Cristo es esta: las reglas no cambian, las razones sí. El Dr. Chapell explicó que solía creer que su principal motivación al compartir la Palabra era lograr que sus oyentes llegaran a hacer aquello que no querían hacer. Ahora ha llegado a comprender que su tarea principal es capacitar a su pueblo para que ame más a Cristo porque, al hacerlo, Cristo llenará los corazones de Su pueblo con el poder de la gracia. Eso es lo que produce la obediencia llena de fe.
¡Necesitamos más teología!
Entonces, mirando hacia atrás en las conversaciones que tuve con estas dos mujeres anónimas, ¿me expresaría exactamente como lo hicieron ellas? Claramente no. Sigo convencida de la importancia de inspirar y equipar a las mujeres para atesorar a Cristo a través del estudio de la teología. ¡Necesitamos más teología!
Pero si la intención detrás de sus palabras era señalarnos la mayor necesidad del corazón humano, la de poner en práctica las verdades que conocemos, entonces sí hago eco de sus intenciones. Gracias a estas lecciones durante ese entrenamiento, ahora me esfuerzo por saturar mi enseñanza con las aplicaciones que dirigen a mis oyentes hacia una motivación correcta necesaria para vivir las verdades de las Escrituras.
Este principio se aplica no solo a las mujeres en su papel de esposas y madres, sino a todo creyente. ¡Que el Señor nos ayude a todos a crecer en nuestro amor por el Salvador que nos llevará a una obediencia llena de fe!