La teología católica romana es un sistema doctrinal que propugna los dogmas individuales desarrollados y defendidos por la Iglesia católica romana, mientras que los fundamentos del sistema protestante son los principios de la Reforma encapsulados en las cinco solas: Escritura sola, Cristo solo, gracia sola, fe sola, a Dios solo la gloria. Sin embargo, las dos tradiciones tienen puntos en común. Al mismo tiempo —y debido a que los dos sistemas tienen fundamentos diferentes— chocan con muchas divergencias teológicas.
Puntos comunes
Aun así, como tradición dentro de la amplia religión cristiana, la teología católica romana tiene muchos puntos en común con el protestantismo. Estos acuerdos doctrinales incluyen los siguientes:
La Trinidad: Dios existe eternamente como Padre, Hijo y Espíritu Santo.
La naturaleza de Dios: Dios es inmutable, eterno, omnipresente, omnipotente, omnisciente, amoroso, santo, justo, etc.
La revelación de Dios: Dios se da a conocer por medio de la revelación general y la revelación especial.
La persona de Jesucristo: El Hijo se encarnó como Jesucristo, siendo concebido por el Espíritu Santo y nacido de la virgen María. Es el Dios-Hombre que posee una naturaleza plenamente divina y otra plenamente humana.
La obra salvadora de Jesucristo: Dios Hijo encarnado vivió una vida sin pecado, al final de la cual fue crucificado por nuestros pecados, murió y fue sepultado (1 Co 15:1-4).
La persona y la obra del Espíritu Santo: El Espíritu Santo es adorado junto con el Padre y el Hijo, trabaja inseparablemente con ellos en la creación, la providencia, la redención y la consumación.
La gloria y la depravación de los seres humanos: Dios creó a los seres humanos como la cúspide de Su creación. Como portadores de la imagen divina, son personas complejas con un aspecto material (cuerpo) y otro inmaterial (alma o espíritu). Adán y Eva cayeron en pecado y toda la raza humana quedó sumida en él. El pecado original es el estado de corrupción en el que nacen todos los seres humanos.
La salvación es iniciada por Dios: La iniciativa divina en la realización de la salvación se centra en la muerte de Jesucristo por crucifixión, como sacrificio expiatorio por el pecado humano. Habiendo logrado la salvación, resucitó de entre los muertos al tercer día y posteriormente ascendió al cielo, desde donde envió al Espíritu Santo. La iniciativa divina en la aplicación de la salvación se centra en los poderosos actos de elección de Dios, en el llamado a sí mismo, en el impulso de gracia hacia el arrepentimiento y la fe, etc. No se admite ningún papel para la iniciativa y el mérito humanos al principio de la salvación.
La comunidad de fe: La iglesia se caracteriza por cuatro atributos: unidad, santidad, catolicidad y apostolicidad. Es el pueblo de Dios, el cuerpo de Cristo y el templo del Espíritu Santo.
La esperanza viva: La esperanza personal de los cristianos es escapar del castigo eterno y disfrutar de la vida eterna. La esperanza cósmica de los cristianos incluye la segunda venida de Jesucristo, la resurrección del cuerpo, la comparecencia ante Cristo en el juicio final y la vida eterna en el nuevo cielo y la nueva tierra.
Divergencias
La teología católica tiene diferencias significativas con la teología protestante. En concreto, estos desacuerdos doctrinales son los siguientes:
1. La revelación divina y su interpretación: Según el catolicismo romano, la revelación autorizada de Dios consiste en dos corrientes estrechamente conectadas: la Escritura y la tradición. Según el protestantismo, la revelación divina es solo la Escritura (sola Scriptura, uno de los principios fundacionales protestantes).
2. Mariología: La teología católica romana invoca la concepción inmaculada de María: en su concepción, «fue preservada inmune de toda mancha de pecado original» (Pío IX, Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854). Concebida sin pecado, nació sin pecado y vivió toda su vida sin pecado.
La teología protestante reconoce con gratitud a María como madre de Jesucristo, aprecia su extraordinario ejemplo de fe y obediencia, y la llama «bendita» (Lc 1:48) por la poderosa obra de Dios en ella y por medio de ella. Sin embargo, rechaza la mariología católica romana desarrollada.
3. La iglesia y sus sacramentos: La Iglesia católica romana pretende ser la única iglesia de Cristo. Así, las congregaciones protestantes no son consideradas verdaderas iglesias, sino «comunidades eclesiales» cuya salvación fluye de la plenitud de la salvación en la iglesia católica.
En el corazón de la iglesia está el papa, que es considerado el sucesor de Pedro y el vicario o representante de Cristo, junto con los obispos, que constituyen la jerarquía de la iglesia. Litúrgicamente, en el corazón de la iglesia están los siete sacramentos, elementos de la naturaleza que, consagrados y administrados por la jerarquía, transmiten la gracia a los fieles católicos.
El bautismo confiere la gracia por medio del agua consagrada, que limpia a las personas del pecado original, las regenera y las incorpora a la iglesia. La «confirmación» confiere la gracia mediante el óleo consagrado y la imposición de manos del obispo, confiriendo la plenitud del Espíritu Santo. La Eucaristía, que es «fuente y cumbre de la vida cristiana» (Catecismo de la Iglesia Católica, 1324), otorga la gracia por medio del pan y el vino, elementos de la naturaleza que se transubstancian, o se transforman por el poder de Dios, en el cuerpo y la sangre de Cristo.
Por el contrario, los protestantes se reúnen en verdaderas iglesias que se caracterizan por la predicación de la Palabra y la administración de dos sacramentos u ordenanzas, el bautismo y la Cena del Señor (algunos protestantes añaden una tercera marca, la disciplina eclesiástica).
4. La salvación: Por medio de sus siete sacramentos, y actuando en la persona de Cristo, la Iglesia católica romana transmite el favor de Dios para la salvación. La gracia se infunde en sus receptores, transformando su carácter para que puedan trabajar para merecer la vida eterna. Los sacramentos son válidos ex opere operato, es decir, infunden la gracia por el simple hecho de ser administrados. Su eficacia no depende del sacerdote que los administra ni de sus destinatarios, aunque los que participan fielmente reciben un mayor beneficio.
La teología protestante rechaza esta enseñanza de Roma y la noción de la teología católica de que «la justificación no es solo el perdón de los pecados, sino también la santificación y la renovación de la persona interior [regeneración]» (Concilio de Trento, Decreto sobre la justificación, 7 [1547]). Por el contrario, la doctrina protestante sostiene que la justificación es la declaración de Dios de que las personas pecadoras no son culpables, sino justas. Este pronunciamiento legal no se basa en el mérito de la justicia mediante la realización de buenas obras, sino que se debe a que la justicia de Cristo les es imputada o acreditada. Esta doctrina de la justificación es uno de los principios fundamentales del protestantismo.
GREGG ALLISON