Hay algunas decisiones que tomamos como padres donde aparentemente buscamos en primer lugar la felicidad o beneficio de nuestros hijos, pero escondemos frustraciones del pasado y tratamos de saciarlas a través de ellos.
Hay algunas muy evidentes, por ejemplo cuando elegimos un destino para ir de vacaciones con niños menores de 5 años, ¿en realidad los niños van a disfrutar ese destino o sueñan con ir a ese lugar? Encontramos serios desacuerdos y desafíos al tratar de contentar a los niños que nacieron en un clima frio y las vacaciones consisten en conocer el mar, a ellos les fastidia el calor, la arena pegajosa, el sabor del agua del mar, entre otras cosas. También tenemos del otro lado los que escogen ir a un zoológico o parque temático de diversiones, donde hay que caminar grandes recorridos y no prevén un coche para ello, al final ningún niño disfruta el plan.
El egoísmo ciega el buen juicio, a veces lo que necesitan nuestros hijos para divertirse en exteriores no es viajar al otro lado del mundo, someterse a muchas horas de viaje y a otras novedades que los saca de su rutina, les rompe el ciclo de calma que conocen en la cotidianidad, a veces pensamos que llevándolos al destino que soñamos conocer de niños pero no pudimos les va a hacer felices, quizá tu seas feliz por un pequeño momento, pero el resto de tiempo tendrás que utilizar mil estrategias para alegrar a tus hijos o luchando porque no les interesa participar y solo están en sus videojuegos.
De la misma manera pasa cuando obligas a tus hijos a entrenar un deporte que no les apasiona, o practicar un instrumento o arte que a ti como papá o mamá te gustaría haber practicado pero por falta de recursos u oportunidades no pudiste, pero ahora tu hijo si puede porque tienes los medios para hacerlo, te das cuenta que clase tras clase tu hijo no avanza, no hace amigos y no disfruta.
Recordemos que nuestros hijos, aunque sean menores y con un cerebro inmaduro, son personas, tienen gustos, sienten afinidad y deben ser respetados y de esta manera se sentirán amados y valorados.
1 Corintios 10:24 Ninguno busque su propio bien, sino el del otro. Este pasaje nos enseña la clave del éxito para las relaciones familiares, nos ayudaría en este proceso esforzarnos por escuchar atentamente a nuestros hijos, y cónyuge, sanar en oración aquello que no pudo ser en el pasado y concentrarnos generar buenas experiencias y recuerdos para un futuro.
Alcanzada por su gracia
Sharon Sáenz.